AL FILO DE LA CONSTITUCIÓN por Fiscal Marcelo Romero

La pandemia de COVID-19 ha repercutido en la estructura social planetaria a niveles nunca antes vistos por todos los que habitamos, transitoriamente, este mundo.

Las diversas comunidades jurídicamente organizadas que componen la Humanidad, han enfrentado al virus y sus consecuencias de manera dispar, de acuerdo a sus realidades, idiosincrasias  y reglas vigentes en cada uno de ellas. Con errores y aciertos. Con los riesgos que supone enfrentar a lo desconocido.

No es intención de quien esto escribe realizar juicios de valor respecto de las medidas adoptadas por el Estado argentino en materia sanitaria. No tengo la formación ni los conocimientos como para poder esgrimir un comentario, más allá de la simple opinión ciudadana.
Sin embargo, quisiera compartir con Ud., señor lector, unas breves reflexiones acerca de las decisiones gubernamentales en el marco jurídico argentino.

El aislamiento social obligatorio o "cuarentena"; las prohibiciones para ejercer industria, trabajo, estudio, esparcimiento, contacto social, etcétera; las limitaciones para el libre tránsito entre ciudades o provincias; y tantas otras restricciones a nuestra forma habitual de vida, fueron dispuestas por Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) de los Poderes Ejecutivos Nacional y Provinciales, ratificados -tardíamente- por el Senado de la Nación, que sesiona en forma homeopática, al igual que el Poder Judicial.

Es decir, la arquitectura republicana, que se encuentra basada en tres columnas estructurales  -los poderes ejecutivo, legislativo y judicial-  se está sosteniendo de manera endeble. Muy endeble.
Esta circunstancia va mucho más allá de la buena voluntad de los gobernantes. Ello se descuenta y no se discute.

Pero la Ley Fundamental ha elaborado un equilibrio dinámico para que ningún poder del estado pueda imponerse sobre los otros ni cometer abusos, independientemente de las buenas intenciones de los funcionarios.
La inmensa mayoría del pueblo argentino, respetuoso del Orden Constitucional, ha acatado todas y cada una de las disposiciones gubernamentales, haciendo un esfuerzo sobrehumano tanto a nivel individual como comunitario.

Sin embargo, y pese a nuestro gigantesco esfuerzo, hemos recibidos retos, caras largas, admoniciones, amenazas de sanción penal, administrativa o pecuniaria, etcétera, por parte de las mas altas autoridades de la República.

Se ha destratado a ciudadanos que solamente emitieron una opinión contraria a la cuarentena, siendo etiquetados con los peores calificativos. Se ha atacado a la prensa crítica o, simplemente, no adicta al espacio político gobernante. Se ha intentado fanatizar a la comunidad y dividirla en dos bandos: Pro-cuarentena y Anti-cuarentena. Se ha instalado un discurso de miedo en lugar de un discurso tranquilizador, que genere esperanza.
Tal vez sea el momento adecuado para reflexionar qué haremos en la post-cuarentena. Fundamentalmente, qué harán los gobernantes.?

El Orden Constitucional no se ha roto, aunque los poderes legislativo y judicial hayan quedado rezagados en esta coyuntura.
Sin embargo, la tentación autoritaria está ahí, al alcance de la mano.

Cuidemos nuestra Constitución, respetándola.

Se lo merece.


Marcelo Carlos Romero  -  fiscal del Ministerio Público